domingo, 24 de mayo de 2015

DOMINGO POST-FAMILIA

Sí que han vuelto los sueños. El viernes, soñé que de casualidad visitaba mi casa de pequeña y al llegar estaba cubierta de mar, las olas sólo dejaban asomarse el que era el segundo piso de la casa en ruinas. Entonces me acercaba, y mi mamá estaba dentro, desnuda, bañándose con el agua del mar. Tenía ganas de llorar, todo estaba en ruinas. Pero curiosamente el mar dotaba a la tierra de un peculiar paisaje infinitamente hermoso.

Ya después de soñar y descansar tan rico en casa de mis padres, vi a mi hermano y sus muñecas, luego fuimos a la hacienda donde se está quedando y tuve la oportunidad de sentir esa emoción con mi hijo y las hijas de mi hermano que me ocurría de adolescente al estar en medio de la nada, con construcciones viejas y con ganas de ver y correr alrededor de éstas.

De regreso, Tadeo se durmió un poco en mis brazos, y el observarle me hace muy muy feliz. A veces pienso que la felicidad que siento cuando estamos juntos no puede compararse con nada. Y es así.


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